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Testimonio de fe

La verdadera vida viene luego. La muerte no es la última palabra (pulsar sobre la foto para poder leer bien el texto)

Oración

En lo ajetreado de nuestros días, frecuentemente olvidamos elevar una plegaria al Señor, sin embargo no olvidamos tomar el móvil, enviar mensajes, etc.
Por esta razón, te invito a que envíes este mensaje… hagas esta oración para nuestro Dios…
Es un momento.

Dios mío…

Ayúdame a decir siempre la verdad y si acaso, con más fuerza en la cara de los fuertes, y a no mentir para conseguir el aplauso de los débiles.
Si me das dinero, no tomes mi felicidad. Y si me das fuerzas, no quites mi raciocinio. Si me das éxito no me quites la humildad

Ayúdame a conocer la otra cara de la imagen, y no me dejes acusar a mis adversarios, tachándoles de traidores porque no comparten mi criterio.
Enséñame a amar a los demás como me amo a mí mismo, y a juzgarme como lo hago con los demás.
No me dejes vanagloriarme con el éxito cuando lo logre, ni desesperarme si fracaso.
Más bien, hazme siempre recordar que el fracaso es la prueba que antecede al éxito.
Enséñame…que la tolerancia es el más alto grado de la fuerza y que el deseo de venganza es la primera manifestación de la debilidad.
Si me despojas del dinero, déjame la esperanza…y si me despojas del éxito, déjame la fuerza de voluntad para poder vencer el fracaso.
Si me despojas del don de la salud déjame la gracia de la fe.
Si hago daño a la gente, dame la fuerza de la disculpa, y si la gente me hace daño, dame la fuerza del perdón y la clemencia.
Dios mio…si te olvido ¡no me olvides! Amén

Los Reyes Magos y la Ciencia

Bellas y sabias palabras de Benedicto XVI
La ciencia por sí misma no es suficiente para comprender la realidad y se requiere la unidad entre «inteligencia y fe, ciencia y revelación», las «dos luces» que guiaron a los Reyes Magos.

Es necesaria una ciencia que no sea «autosuficiente», sino que esté abierta a «ulteriores revelaciones.

Llegados a Jerusalén, los Magos necesitaron de las indicaciones de los sacerdotes y de los escribas para conocer exactamente el lugar al cual dirigirse, es decir, Belén, la ciudad de David. La estrella y las Sagradas Escrituras fueron las dos luces que guiaron el camino de los Magos, los cuales aparecen como modelos de auténticos buscadores de la verdad.

Los Magos eran hombres de ciencia en un sentido amplio, que observaban el cosmos considerándolo un gran libro lleno de signos y mensajes divinos para el hombre. Su saber, por lo tanto, lejos de considerarse autosuficiente, estaba abierto a ulteriores revelaciones.

Los Magos escucharon las profecías y las acogieron. Y apenas se pusieron en camino rumbo a Belén, vieron nuevamente la estrella, casi como una confirmación de la perfecta armonía entre la investigación humana y la Verdad divina, una armonía que llenó de alegría sus corazones de sabios auténticos. La culminación de su itinerario de búsqueda llegó cuando se encontraron ante el niño con su madre María y como dice el Evangelio, se arrodillaron.
Podrían haberse sentido desilusionados, incluso escandalizados, en cambio, como verdaderos sabios estuvieron abiertos al misterio que se manifiesta de manera sorprendente y con sus regalos simbólicos demostraron reconocer en Jesús al Rey y al Hijo de Dios.

El sabio Galileo

La exposición ‘Astrum 2009’ honra la memoria del sabio
Galileo GalileiGalileo y Copernico
La exposición muestra 130 objetos, entre ellos el manuscrito Sidereus Nuncius, del famoso astrónomo condenado por la Inquisición, y una copia del primer telescopio que usó. El Papa Benedicto XVI ha puesto a Galileo Galilei y a los demás «padres de la ciencia moderna» como ejemplo para los científicos de «nuestra época».
En el Vaticano «hay de nuevo interés» por el astrónomo, debido en parte a la nueva documentación hallada, que permiten analizarlo con objetividad.
Galileo Galilei fue condenado por la Inquisición por haberse adherido a la teoría de Copérnico, que sostenía que era el Sol, y no la Tierra, el centro del Universo en contra de lo que se pensaba en su época. El juicio, desarrollado a partir de las denuncias del dominico Tommaso Caccini, en 1616, concluyó el 22 de junio de 1633, cuando fue obligado a abjurar de sus conocimientos.
Galileo, a comienzos del siglo XVII, utilizó el telescopio para observar los astros y revolucionó la Astronomía.
El 31 de octubre de 1992, a los 350 años de su muerte, Juan Pablo II lo rehabilitó solemnemente y criticó los errores de los teólogos de la época que dieron pié a tal condena, sin descalificar expresamente al tribunal que lo sentenció. En un discurso de 13 páginas, leído en la Sala Regia del Palacio Apostólico, el Papa Wojtyla le calificó de «físico genial» y «creyente sincero», «que se mostró más perspicaz en la interpretación de la Escritura que sus adversarios teólogos».  El Cardenal Cayetano que defendió a Galileo dijo en aquel tiempo: «la Biblia nos enseña no cómo es el cielo, sino cómo se va al Cielo».

 


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