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Tanta suerte como gotas tiene la lluvia, tanto amor como rayos tiene el sol, tanta felicidad como estrellas tiene el cielo.

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CIENCIA y RELIGIÓN

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«La Ciencia sin la Religión es coja; la Religión sin la Ciencia es ciega”. Einstein

En el marco de la IX Semana de la Ciencia, un grupo de alumnos de 1º Bachillerato matriculados en Religión y su profesor, acudieron el 11 de noviembre a la mesa redonda: Ciencia y Religión: la falsa polémica.
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El siglo XX fue el siglo de profundos replanteamientos científicos, desde Gödel hasta Einstein. En el Salón de Actos de la facultad de Humanidades de la Universidad San Pablo CEU, tuvo lugar esta mesa redonda. Los ponentes fueron: Dr. Francisco José Soler, del grupo de investigación de la Filosofía de la Física de la Universidad de Bremen. Dr. Javier Borrego, profesor de Historia de la ciencia de la Univesidad CEU San Pablo y el Dr. Manuel Alfonseca, Catedrático de Inteligencia Artificial de la Universidad Autónoma de Madrid. Moderó D.Juan Carlos Nieto, profesor de Periodismo especializado de la Universidad CEU S.Pablo

Los cielos dan cuenta de la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos . El día habla al día y la noche comunica sus pensamientos a la noche. No hay discursos ni palabras, no es audible su voz. Pero su pregón sale por la tierra toda, y sus palabras llegan a los confines del orbe de la tierra (…)” (Sal 19, 2-5).

Einstein era deísta. Creía en un Dios que daba orden y armonía al Universo. Siempre rechazó ser ateo, incluso rechazó ser panteísta. Dios no estaba en el Universo, sino detrás del Universo.
En EEUU se acaba de publicar una nueva biografía de Einstein a cargo de Walter Isaacson, que además ha publicado algunas líneas en TIME (www.time.com) sobre la fe de Einstein.

“A lo largo de su vida, Einstein fue constante al rechazar la acusación de ser ateo. ‘Hay gente que dice que no hay Dios, pero lo que realmente me enfada es que me citan para apoyar su punto de vista’, dijo a un amigo. Lo que me separa de la mayoría de esos que se llaman ateos es un sentimiento de radical humildad hacia los secretos inalcanzables de la armonía del cosmos’, explicaba.

Einstein nació en una familia judía sin fe ni práctica religiosa. El único pariente que iba a la sinagoga era agnóstico y decía al joven Albert que acudía porque “nunca se sabe”.

A los 6 años, sus padres metieron al niño en una gran escuela católica. Era el único judío entre los 70 alumnos de su clase. Como todos ellos, cursó la asignatura de religión católica y según Walter Isaacson la disfrutó.

En una charla en el Seminario de la Union Teológica de Nueva York, fue donde dijo que “la ciencia puede ser creada sólo por quienes están profundamente imbuidos por la aspiración hacia la verdad y el entendimiento”. Y que “la fuente de este sentimiento, sin embargo, brota de la esfera de la religión”. Su frase más famosa de ese día se cita a menudo: “la ciencia sin la religión es coja; la religión sin la ciencia es ciega”.