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Los Reyes Magos y la Ciencia

Bellas y sabias palabras de Benedicto XVI
La ciencia por sí misma no es suficiente para comprender la realidad y se requiere la unidad entre «inteligencia y fe, ciencia y revelación», las «dos luces» que guiaron a los Reyes Magos.

Es necesaria una ciencia que no sea «autosuficiente», sino que esté abierta a «ulteriores revelaciones.

Llegados a Jerusalén, los Magos necesitaron de las indicaciones de los sacerdotes y de los escribas para conocer exactamente el lugar al cual dirigirse, es decir, Belén, la ciudad de David. La estrella y las Sagradas Escrituras fueron las dos luces que guiaron el camino de los Magos, los cuales aparecen como modelos de auténticos buscadores de la verdad.

Los Magos eran hombres de ciencia en un sentido amplio, que observaban el cosmos considerándolo un gran libro lleno de signos y mensajes divinos para el hombre. Su saber, por lo tanto, lejos de considerarse autosuficiente, estaba abierto a ulteriores revelaciones.

Los Magos escucharon las profecías y las acogieron. Y apenas se pusieron en camino rumbo a Belén, vieron nuevamente la estrella, casi como una confirmación de la perfecta armonía entre la investigación humana y la Verdad divina, una armonía que llenó de alegría sus corazones de sabios auténticos. La culminación de su itinerario de búsqueda llegó cuando se encontraron ante el niño con su madre María y como dice el Evangelio, se arrodillaron.
Podrían haberse sentido desilusionados, incluso escandalizados, en cambio, como verdaderos sabios estuvieron abiertos al misterio que se manifiesta de manera sorprendente y con sus regalos simbólicos demostraron reconocer en Jesús al Rey y al Hijo de Dios.

CIENCIA y RELIGIÓN

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«La Ciencia sin la Religión es coja; la Religión sin la Ciencia es ciega”. Einstein

En el marco de la IX Semana de la Ciencia, un grupo de alumnos de 1º Bachillerato matriculados en Religión y su profesor, acudieron el 11 de noviembre a la mesa redonda: Ciencia y Religión: la falsa polémica.
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El siglo XX fue el siglo de profundos replanteamientos científicos, desde Gödel hasta Einstein. En el Salón de Actos de la facultad de Humanidades de la Universidad San Pablo CEU, tuvo lugar esta mesa redonda. Los ponentes fueron: Dr. Francisco José Soler, del grupo de investigación de la Filosofía de la Física de la Universidad de Bremen. Dr. Javier Borrego, profesor de Historia de la ciencia de la Univesidad CEU San Pablo y el Dr. Manuel Alfonseca, Catedrático de Inteligencia Artificial de la Universidad Autónoma de Madrid. Moderó D.Juan Carlos Nieto, profesor de Periodismo especializado de la Universidad CEU S.Pablo

Los cielos dan cuenta de la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos . El día habla al día y la noche comunica sus pensamientos a la noche. No hay discursos ni palabras, no es audible su voz. Pero su pregón sale por la tierra toda, y sus palabras llegan a los confines del orbe de la tierra (…)” (Sal 19, 2-5).

Einstein era deísta. Creía en un Dios que daba orden y armonía al Universo. Siempre rechazó ser ateo, incluso rechazó ser panteísta. Dios no estaba en el Universo, sino detrás del Universo.
En EEUU se acaba de publicar una nueva biografía de Einstein a cargo de Walter Isaacson, que además ha publicado algunas líneas en TIME (www.time.com) sobre la fe de Einstein.

“A lo largo de su vida, Einstein fue constante al rechazar la acusación de ser ateo. ‘Hay gente que dice que no hay Dios, pero lo que realmente me enfada es que me citan para apoyar su punto de vista’, dijo a un amigo. Lo que me separa de la mayoría de esos que se llaman ateos es un sentimiento de radical humildad hacia los secretos inalcanzables de la armonía del cosmos’, explicaba.

Einstein nació en una familia judía sin fe ni práctica religiosa. El único pariente que iba a la sinagoga era agnóstico y decía al joven Albert que acudía porque “nunca se sabe”.

A los 6 años, sus padres metieron al niño en una gran escuela católica. Era el único judío entre los 70 alumnos de su clase. Como todos ellos, cursó la asignatura de religión católica y según Walter Isaacson la disfrutó.

En una charla en el Seminario de la Union Teológica de Nueva York, fue donde dijo que “la ciencia puede ser creada sólo por quienes están profundamente imbuidos por la aspiración hacia la verdad y el entendimiento”. Y que “la fuente de este sentimiento, sin embargo, brota de la esfera de la religión”. Su frase más famosa de ese día se cita a menudo: “la ciencia sin la religión es coja; la religión sin la ciencia es ciega”.

El sabio Galileo

La exposición ‘Astrum 2009’ honra la memoria del sabio
Galileo GalileiGalileo y Copernico
La exposición muestra 130 objetos, entre ellos el manuscrito Sidereus Nuncius, del famoso astrónomo condenado por la Inquisición, y una copia del primer telescopio que usó. El Papa Benedicto XVI ha puesto a Galileo Galilei y a los demás «padres de la ciencia moderna» como ejemplo para los científicos de «nuestra época».
En el Vaticano «hay de nuevo interés» por el astrónomo, debido en parte a la nueva documentación hallada, que permiten analizarlo con objetividad.
Galileo Galilei fue condenado por la Inquisición por haberse adherido a la teoría de Copérnico, que sostenía que era el Sol, y no la Tierra, el centro del Universo en contra de lo que se pensaba en su época. El juicio, desarrollado a partir de las denuncias del dominico Tommaso Caccini, en 1616, concluyó el 22 de junio de 1633, cuando fue obligado a abjurar de sus conocimientos.
Galileo, a comienzos del siglo XVII, utilizó el telescopio para observar los astros y revolucionó la Astronomía.
El 31 de octubre de 1992, a los 350 años de su muerte, Juan Pablo II lo rehabilitó solemnemente y criticó los errores de los teólogos de la época que dieron pié a tal condena, sin descalificar expresamente al tribunal que lo sentenció. En un discurso de 13 páginas, leído en la Sala Regia del Palacio Apostólico, el Papa Wojtyla le calificó de «físico genial» y «creyente sincero», «que se mostró más perspicaz en la interpretación de la Escritura que sus adversarios teólogos».  El Cardenal Cayetano que defendió a Galileo dijo en aquel tiempo: «la Biblia nos enseña no cómo es el cielo, sino cómo se va al Cielo».

 


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