Despedida

Panorámica de nuestra sociedad
Al dejar de impartir clases en el Centro, este blog deja de tener la finalidad para la que se creó. Por eso, quiero plasmar mi última entrada en este blog. En ella aludo con un vídeo a una visión histórica de mi presencia en el Centro durante más de 30 años. (Está al final de esta entrada) N. B: escribir:  jubilo como password para verlo)
También reflejo unas pinceladas sobre lo que pienso de la vivencia religiosa y de la situación crítica por la que pasamos la sociedad actual, porque asistimos cotidianamente a acontecimientos que nos resultan inexplicables, al descubrir en ellos la presencia sistemática del mal moral.
Lo grave es este generar en la sociedad como una falta de criterio ante el mal.
Y esta actitud se repite. La ética natural (o un orden natural) es hoy rechazado o minusvalorado por la cultura dominante, que es relativista e incapaz para razonar sobre lo bueno, lo verdadero o lo bello. Se impone, así, la voluntad del más fuerte; se impone la fuerza de los hechos o la fuerza de los sentimientos frente a la razón y el encuentro con la verdad de las cosas. Se defiende el principio de que “el fin justifica los medios” para justificar comportamientos inadmisibles.
Planteamientos que se utilizan para hacer referencia a conflictos cotidianos como las migraciones, la pobreza, el hambre, la droga o las legislaciones que permiten que un no-nacido de cuatro meses de gestación pueda ser eliminado en el vientre de su madre en nombre de la “salud reproductiva”.

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La industria de la televisión sabe utilizar el potencial de la pequeña pantalla para difundir su propia ideología. De esta manera, se adoctrina sin que seamos conscientes. Prívese a un pueblo del sentido natural de la justicia y podrá hacerse de él una manada de alimañas o un rebaño de borregos. A un pueblo sin sentido natural de la justicia puedes convertirlo en alimaña. Puedes satisfacer sus caprichos, saciar sus apetitos, colmar sus caprichos; puedes darle, incluso, «derecho a matar» y «derecho a morir» muy dignamente. Así cuando contemplamos el drama de los drogadictos, con sus consecuencias en el aspecto social, de seguridad publica, médica, etc. ¿recordamos a quienes la trajeron, partidos y políticos que la despenalizaron y que invitaban “al porro y al loro”?. Cuando vemos el peligro que corre la institución familiar, y sus consecuencias sobre la formación de la juventud y el cuidado de los ancianos ¿recordamos quiénes no apoyan a la familia, no ayudan con medidas fiscales? Cuando la pirámide poblacional se invierte peligrosamente, nuestra tasa de crecimiento es negativa, el relevo generacional está en el borde de la zona de no retorno, haciendo peligrar el sistema de pensiones, ¿recordamos quienes legalizaron el aborto?, ¿quienes promovieron unos valores hedonístas que ponen por encima la posesión de bienes materiales a la transmisión de la vida?. Aludo a la conocida fábula de Olivier Clerc.
Olivier Clerc nos ofrece una lección de vida que nos ayuda a entender el complejo mundo que nos rodea. Imaginemos una cazuela llena de agua, en cuyo interior nada tranquilamente una rana. Se está calentando la cazuela a fuego lento. Al cabo de un rato el agua está tibia. A la rana, esto le parece bastante agradable, y sigue nadando. La temperatura empieza a subir. Ahora el agua está caliente. Un poco más de lo que suele gustarle a la rana. Pero ella no se inquieta, y además el calor siempre le produce algo de fatiga y somnolencia. Ahora el agua está caliente de verdad. A la rana empieza a parecerle desagradable. Lo malo es que se encuentra sin fuerzas, así que se limita a aguantar, a tratar de adaptarse y no hace nada más. Así, la temperatura del agua sigue subiendo poco a poco, nunca de una manera acelerada, hasta el momento en que la rana acaba hervida y muere sin haber realizado el menor esfuerzo por salir de la cazuela. Si la hubiéramos sumergido de golpe en una cazuela con el agua a 50 grados, de una sola zancada ella se habría puesto a salvo, saltando fuera del recipiente. Es un experimento rico en enseñanzas. Nos demuestra que un deterioro, si es muy lento, pasa inadvertido y la mayoría de las veces no suscita reacción, ni oposición, ni rebeldía por nuestra parte. ¿No es precisamente lo que hoy se observa en muchos ámbitos?

salta_salta

¿Está el mundo dividido?.  Unos apuntan al fin de la Historia (Fukuyama); otros a un choque de civilizaciones (George Steiner) y que como consecuencia estamos abocados a guerras fruto del fanatismo y de la intolerancia. Fanatismo que no empezó el 11 S del 2001 ni el 11 M del 2004. Después de siglos de modernidad ¿qué hemos hecho?. Se ha aportado algo de sensibilidad artística (se valora más lo bello) ; ¿es así?  Se habla mucho de derechos humanos; del medio ambiente, del cambio climático, de la conservación de la naturaleza. Pero se han olvidado valores como la familia, la convivencia social, la honradez en los negocios y en el mundo de la política. Algunos acusan a las religiones de muchos de los males que nos rodean. Y se preguntan ¿acaso Dios no nos divide y enfrenta? No. Dios no divide; Dios une. Los que dividimos y matamos en nombre de nuestros intereses e ideologías -poniendo, a veces, a Dios como excusa- somos nosotros. Incluso lo “divino” se nos puede convertir en una ideología más. Por añadidura, en una ideología de odio.  Pero Dios es inocente. El Dios de los cristianos no es un fetiche necesitado de sangre.

¿Cuál es la mejor religión?
Nací en el seno de una familia cristiana; me educaron desde niño en la religión cristiana (Iglesia Católica). Es lo que ha sucedido con millones de seres. Es lógico. Agradezco a mis padres, a mis antepasados esta herencia. Yo creo en el Dios de Abrahám, de Isaac, de Jacob, de mis antepasados. Doy gracias a Dios por ello.
Si hubiera nacido en Japón, quizás sería budista. Y si hubiera nacido en la India, hindú. Si hubiera nacido en Túnez, quizás musulmán. Si hubiera nacido en Noruega o en Suecia, quizás fuera cristiano protestante. Y si hubiera nacido en Israel, judío.Papa Francisco

No hace mucho en una mesa redonda, sobre «Religión y Paz entre los pueblos«, en la cual participaba el Dalai Lama, le preguntaron: Santidad, ¿cuál es la mejor religión?.  Quizás se esperaba que dijera el budismo tibetano o alguna de las religiones orientales (tan antiguas). Pero el Dalai Lama después de un instante, sonrió y mirando fijamente a los ojos, dijo: La mejor religión es la que te aproxima más a Dios, al infinito. Es aquella que te hace mejor.
Una segunda pregunta fue: Y ¿qué es lo que me hace mejor?
El Dalai Lama respondió: Aquello que te hace más compasivo, más sensible, más desapegado, más amoroso, más humanitario, más responsable, más ético… La religión que consiga hacer eso de tí, ésa es la mejor religión.

Dalai Lama

Reflexión:
Sabia respuesta. La religión es importante. El tener religión es importante. Pero lo que me interesa y me importa mucho, es la conducta delante de tu semejante, de tu familia, de tu comunidad, de tu trabajo, delante del mundo.
Porque ¡atiende!, el Universo es el eco de nuestras acciones y de nuestros pensamientos. La ley de acción y de reacción no es exclusiva de la física. Por supuesto que tiene también que ver con las relaciones humanas. Si yo hago el bien, recibiré el bien. Y si hago el mal, recibiré el mal…
Conseguirás el doble de lo que desees a los otros. Ser feliz no es cuestión de destino, es cuestión de elección. «Mayor felicidad hay en dar que en recibir…» (Act.20,35b).
Cuida tus pensamientos porque se volverán palabras.
Cuida tus palabras porque se volverán actos.
Cuida tus actos porque se harán costumbre.
Cuida tus costumbres porque forjarán tu carácter.
Cuida tu carácter porque formará tu destino.
Y tu destino será tu vida.
No hay religión más elevada que la verdad. La verdad que te llevará a la belleza y al bien. Buscar la verdad, la belleza y el bien es encontrarse con Dios. Todos somos un potencial de bien que por creación hemos recibido. Hemos de actuar siempre con el bien y consecuentemente recibiremos bienes. Lo verdaderamente importante no es lo exterior, no son determinadas normas, ritos o disciplinas religiosas, eso es secundario; lo verdaderamente importante de la fe es lo que se produce en el interior de nosotros mismos.

En el profeta Oseas leemos: «…Mi justicia brota como la luz. Lo que quiero de vosotros es que me améis y no que me hagáis sacrificios; que me reconozcáis como Dios y no que me ofrezcáis holocaustos…» (Os. 6,5b-6).
Y en el evangelio, en conversación con la mujer samaritana que había ido al pozo del pueblo de Sicar a sacar agua, Jesús le pide agua y entablan una conversación. En un momento la mujer dice: «…Señor, ya veo que eres un profeta. Nuestros antepasados los samaritanos adoraron a Dios aquí, en este monte, pero vosotros los judíos decís que debemos adorarle en Jerusalén. Jesús le contestó:
«Créeme, mujer, llega la hora en que adoraréis al Padre sin tener que venir a este monte ni ir a Jerusalén. Vosotros no sabéis a quién adoráis; nosotros, en cambio, sí sabemos a quién adoramos, pues la salvación viene de los judíos. Pero llega la hora, y es ahora mismo, cuando los que de veras adoran al Padre lo harán conforme al Espíritu de Dios y a la verdad. Pues así quiere el Padre que le adoren los que le adoran. Dios es Espíritu, y los que le adoran deben hacerlo conforme al Espíritu de Dios y a la verdad…» (Jn. 4,19b-24).
Dios que se hizo hombre en Jesús de Nazaret nos facilita el camino más claro de encuentro con Dios. El dogma básico de la fe cristiana es la Encarnación. Decimos: «El Verbo de Dios (la segunda persona de la Trinidad) se hizo carne». Y este Dios que se hizo hombre está en el regazo del Padre.
Que Dios se hizo hombre es la maravilla mayor y es para siempre. Y nos da esa posibilidad de cercanía afectiva, que nosotros mostramos con un abrazo. Podremos abrazar, también, a Dios, al que llamamos Padre.
Fin de etapa.  Las imágenes sustituyen a las palabras. (N.B. escribir:  jubilo como password para ver el vídeo).

Júbilo
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